Melancolía

«La melancolía está en el corazón de cada gran descubrimiento, pues es la fuente de la reflexión.»
Henri-Frédéric Amiel

La realidad me llama ¿Qué se almorzará?, tocan el timbre, hay cuentas por pagar. Decido sacar los libros que donaremos a la parroquia vecina, son muchos, me quedo con los que amo y los que podría amar.  Ordeno, saco el polvo y un mueble que se llena de polillas. Algo por dentro se siente desconectado.

Hay días melancólicos, días es los que me pesa existir, que son así nomás horas que pasan, horas de espera. Me digo que debería estar haciendo algo que cambie el sentido del día, lo postergo, lo contemplo, me alejo. No tengo ganas más que de acariciar a mis gatos y luego dormir.

¿Qué es la melancolía?

Dice el diccionario de la RAE: tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que quien la padece no encuentre gusto ni diversión en nada.

Me gusta la palabra, melancolía, es elegante, debe andar con guantes y sombrero, se sienta sola en el parque y contempla a la gente, a los árboles y a los pájaros. Le gusta el silencio y el viento. Es enigmática.

Me siento, Cierro los ojos. Me permito sentirla esta noche.

Siento un vacío en el pecho, luego una sensación inexplicable en la garganta, qué flojera no saber qué quiere decirme el cuerpo, mi mente rechaza esta situación melancólica porque no nos gusta estar tristes y me lleno de caminos, recetas, atajos, distracciones.

Me doy cuenta de que es este silencio – de cuando todos duermen, de cuando no tengo tareas domésticas pendientes, cuando no me obligo a estar contenta- el umbral que da paso a mi modesta melancolía que no tiene ni guantes ni sombrero, que es la melancolía del cansancio que traigo hace algunos días, meses, años, vidas y que también se siente como el saldo del un luto de una tristeza que aun vive.

Si no paro, si no me permito parar, nunca sabré qué me pasó.

Diría yo que no es un padecimiento mi ser melancólico y que le podría encontrar el gusto, que la diversión esta sobrevalorada, que el silencio me sienta bien y que es tiempo de descansar.


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *